Esta película es simplemente...,¡impresionante! Quizá debamos excusarnos por una determinación tan arbitraria, pero no nos parece, así que la mantenemos: es simplemente impresionante. Se trata de un verdadero deleite del montaje, ciertamente de vocación deconstructiva, y que deja como un verdadero "niño de pecho" a Jean-Luc Godard y los extremados jump-cut a los que nos tiene más familiarizados con esta parte del mundo; y es que esta cinta debe encontrarse en el umbral de la significación imaginaria del celuloide, y acaso se vuelve relativamente "observable" sólo desde los parámetros sensitivos del vídeo, porque simplemente ningún plano tiene relación con el que lo precede/sucede (no obstante parece respetarse la tradicional prosecusión temporal aristotélica comienzo-fin).
Koshikei (177', b/n), además, y como lo señala el título en inglés, "narra" la ejecución mediante ahorcamiento de un joven coreano acusado de violar y asesinar a dos mujeres; no obstante algo ocurre y el muchacho sobrevive, aunque queda amnésico. Sus captores deciden que se hará justicia si mejor recuerda quién es y qué es lo que hizo, cuestión que finalmente ocurre... pero por una extrañísima razón quienes se quedan desmemoriados ahora son los propios jueces, y los policías, y los ejecutores, y todo el mundo. O algo así, puesto que su conclusión tiene bastante parecido con el famoso cuento de Cortázar, La noche boca arriba, y es que no puede dirimirse quién es la ensoñación de quién... Ahora, si se nos presenta esto en imágenes, el atractivo sube bastante, ¿no es verdad?
Por si fuera poco, el filme se encuentra sazonado, en parte por sí solo, en parte porque está burlándose del punto de vista del espectador durante las casi dos horas de metraje, como un documental grotesco que fluye durante varios momentos hasta el ámbito de una comedia depresiva, gris y meticulosa, como pocas existen.
Koshikei (177', b/n), además, y como lo señala el título en inglés, "narra" la ejecución mediante ahorcamiento de un joven coreano acusado de violar y asesinar a dos mujeres; no obstante algo ocurre y el muchacho sobrevive, aunque queda amnésico. Sus captores deciden que se hará justicia si mejor recuerda quién es y qué es lo que hizo, cuestión que finalmente ocurre... pero por una extrañísima razón quienes se quedan desmemoriados ahora son los propios jueces, y los policías, y los ejecutores, y todo el mundo. O algo así, puesto que su conclusión tiene bastante parecido con el famoso cuento de Cortázar, La noche boca arriba, y es que no puede dirimirse quién es la ensoñación de quién... Ahora, si se nos presenta esto en imágenes, el atractivo sube bastante, ¿no es verdad?
Por si fuera poco, el filme se encuentra sazonado, en parte por sí solo, en parte porque está burlándose del punto de vista del espectador durante las casi dos horas de metraje, como un documental grotesco que fluye durante varios momentos hasta el ámbito de una comedia depresiva, gris y meticulosa, como pocas existen.
Nagisa Oshima, un primerizo entusiasta y con pocas armas en el cine (no obstante mundialmente conocido a partir de 1976, con el estreno de In the realm of the senses), que tenía la idea y el modo de su expresión trabajados hace bastante tiempo, obtendrá el apoyo y los recursos para dar a luz a esta verdadera pieza de colección con la ayuda de su colega y amigo, el célebre Shohei Imamura (de quien hablaremos próximamente): tras la frustración que le significó haber sido rechazado por todas las productoras de la isla fuera del circuito del softcore, para financiar The Pornographers: introduction to anthropology, decide junto a otros invertir un dinero y darle forma a la Art Theatre Guild, ATG, ni más ni menos. Death by Hanging será, pues, la primera de sus creaciones.
Arriba encuentras los primeros siete minutos de la cinta, desde luego favor de la matrix, YouTube (con poca paciencia encuentras el filme completo, ojo). A ver cómo quedas luego de esto.